Este es un chico de un gran corazón, inteligente y noble,
tanto que no se da cuenta de la maldad
de las personas, es un ser humano con unos ojos hermosos y no por que los
tenga de color, más bien por que como dijo el Quijote de la Mancha la belleza esta en los ojos con que se mira,
es por ello que muchas veces lo han
lastimado.
Recuerdo que lo conocí y me pareció descubrir al típico Don Juan, aquel
chico que saluda a todas las que pasan a su lado con el pretexto de ser amigable, recuerdo haber sido hostil cuando
me saludo.
-Hola guapa- me dijo con una
sonrisa picara
-Hola ¿te conozco?- y seguí mi
camino, recuerdo haber hecho una señal
de desaire con mi mano izquierda.
La escena se repitió por al menos
dos semanas, de lunes a viernes por el pasillo, ahí estaba, el saludando y tratándolo
peor que peste.
Un día, cuando me preparaba a repetir la escena cotidiana, lo vi absorto
en su mundo, rodeado de sus amigos ,
pero tenía soledad en su rostro,
recuerdo que lo vi sentado en la banca y
me quede estúpidamente frente a él, sus
amigos se fueron y fue como si él nunca hubiese estado cerca de ellos pues no lo llamaron, un impulso me llevo a
sentarme junto a él.
-¿Estás bien?- dije tratando de
ser amable
-No creo que te interese
realmente, solo preguntas por morbo y por no dejar-su rostro era de enojo, más que de tristeza
Mmm- dije haciendo una mueca mientras pensaba en lo que le iba a contestar, yo trate de ser
amable y él me contesta de ese modo ¿Qué le sucede?, pero pensé
demasiado tiempo, pues sus lagrimas
estaban por asomarse.
-¿Qué, acaso hoy no me veo
guapa?- dije con una sonrisa fingida
Tu siempre eres guapa, sin
necesidad que te lo diga, solo que hoy no puedo verte igual-Sonrió y me extendió su mano, no entendí pero igual le di
la mía, me dio una vuelta e hizo el clásico chifladito (fiu
fiu)
-¿Ya desayunaste?- pregunte completamente
avergonzada
-No, es que no me gusta desayunar
solo
-Pues a mí tampoco-mentí- así que
vamos a desayunar y no es sugerencia
Esa fue la primera vez que realmente me di la oportunidad
de hablar con él, de conocerlo y entender que había
una chica responsable de sus tristeza, pero sería
hasta casi un año después que descubrí
que esa chica era yo.
Sé que por algo pasan las cosas y es porque tú haces
que pasen, nadie te obliga, yo de mi vida eh podido
hacer y deshacer a mí antojo, y si un
antojo tengo no me lo guardo, pues no me gusta arrepentirme y decir: y si hubiera…




